Hoy en día nadie duda de la importancia del inglés, sobre todo en el terreno laboral. Adoptada como "lingua franca", el inglés está cada vez más presente en muchos campos de la vida, siendo su aprendizaje un "vivir" o "morir" en estos tiempos. Sin embargo, aún está a una distancia muy considerable de ser una lengua realmente extendida y bien dominada por todo el mundo. Los porqués, los veremos más adelante. Education First ha elaborado un estudio sobre el nivel de inglés en los países de los distintos continentes. Se trata de un nivel en el que el usuario domina realmente el idioma. Europa:
EF Índice del Nivel de Inglés 2013 - Copyright © EF Education First Ltd. All rights reserved
Resulta muy llamativo que ninguno de los países con una población verdaderamente grande y una economía de potencia mundial se sitúe en un nivel de inglés muy alto. Exceptuando Alemania, quien guarda similitudes de origen en su lengua, los demás países (Rusia, Francia, Italia, España, Ucrania, República Checa - por orden de mayor población) presentan niveles medios o bajos. La fiebre del inglés en España ha posicionado al país en el quinto de Europa con mayor tendencia de crecimiento en nivel de inglés (+4,50), después de Turquía, Hungría, Polonia y Rusia. Los problemas de base a la hora de dominar - que no chapurrear - el inglés se encuentran en una adecuada inmersión lingüística. Los países con presupuestos más altos destinan mayores cantidades al doblaje en televisión. Puede parecer una "tontería", pero sólo en España, según el estudio Kids TV Record, los niños pasan 2 horas y 38 minutos viendo la televisión. En otros países del entorno europeo el panorama no dista mucho de estos datos.
Todos los idiomas nacen con un sentido: la comunicación. Utilizada como una herramienta de socialización, despojarla de esta utilidad es el primer error a la hora de implantar cualquier iniciativa educativa. La motivación en el niño, que va acompañada siempre de curiosidad innata, es un componente de suma importancia para aprender cualquier tipo de contenido. Aquello que vea útil y le hayan enseñado a disfrutar (y no a odiar o pensar que no vale para los idiomas mediante exámenes que sólo sirven para relucir sus carencias) será de especial interés para el niño.
El peligro de los programas bilingües es que puede convertirse en un elemento más de desigualdad entre los escolares. Aquellos padres que saben inglés, tienen recursos para apuntar a sus hijos a academias o hacer viajes a países de habla inglesa, e inculcan el valor del aprendizaje para la vida y el gusto por aprender, coinciden con las familias de clase socio-económica y cultural alta y media-alta. Sin embargo, el fracaso de estas iniciativas, como ya lo era el fracaso escolar en otras materias, se refleja mucho más en familias de clase socio-económica y cultural media-baja y baja, ya que no pueden seguir practicando el inglés con sus hijos después de la escuela en el seno familiar, algunas no dan importancia al sistema educativo, no tienen recursos para corregir en horario extraescolar las carencias en el idioma del discente por medio de academias, no tienen estrategias ni concienciación sobre la importancia del inglés, entre otros. Estas variables en las familias son una constante que siempre han estado presente en los sistemas educativos, muy difíciles de solucionar a corto plazo y en un entorno de crisis que está generando más pobreza. En esta tesitura, y viendo que sin el programa bilingüe el fracaso escolar era ya palpable, sería importante reflexionar si es el momento de implantar, o no, un nuevo sistema (para muchos "moda") que puede traer aún más desigualdad de oportunidades en el entorno educativo. Lo primero, por cuestión de sentido común, podría ser arreglar las deficiencias que ya presentaba el sistema educativo, puesto que sus cimientos siempre han estado cuando menos en constate tambaleo, para implantar poco a poco otras iniciativas con garantías de su funcionamiento. Los gastos de inversión en los últimos cinco años en España para la adopción de colegios al programa bilingüe han sido cuantiosos, pero sin embargo es curioso comprobar como la ratio profesor-alumno sigue sin bajar. También por sentido común, parece sensato afirmar que con 12 o 15 alumnos, un profesor puede corregir mejor las carencias de los alumnos que con 25 o 30 alumnos, en los que por imposibilidad se remite a los alumnos a clases de refuerzo. Por otro lado, la falta de formación en inglés entre el profesorado es manifiesta y palpable. Las soluciones de contratar a maestros nativos puede que lleve consigo deficiencias en didáctica y psicopedagogía, que es el nexo de unión entre la comprensión del niño y el contenido a enseñar y los objetivos programados, sencillo a la vista pero que entraña gran dificultad. También cabe preguntarse si después de un ambiente de crisis generalizado en Europa, profesores de un país con un nivel de vida mejor querrán cobrar menos y en unas condiciones peores.
Conviene destacar, a modo de conclusión, que los colegios bilingües pueden convertirse en iniciativas muy provechosas y enriquecedoras para aquellos países que aspiran a mejorar su competitividad en el mercado exterior. Algunos colegios mantienen estrategias muy eficaces para solventar todas, o gran parte, de las variables mencionadas anteriormente, aunque desafortunadamente sean sólo unos pocos.
A continuación el nivel de inglés en Asia y América Latina:
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Resulta muy llamativo que ninguno de los países con una población verdaderamente grande y una economía de potencia mundial se sitúe en un nivel de inglés muy alto. Exceptuando Alemania, quien guarda similitudes de origen en su lengua, los demás países (Rusia, Francia, Italia, España, Ucrania, República Checa - por orden de mayor población) presentan niveles medios o bajos. La fiebre del inglés en España ha posicionado al país en el quinto de Europa con mayor tendencia de crecimiento en nivel de inglés (+4,50), después de Turquía, Hungría, Polonia y Rusia. Los problemas de base a la hora de dominar - que no chapurrear - el inglés se encuentran en una adecuada inmersión lingüística. Los países con presupuestos más altos destinan mayores cantidades al doblaje en televisión. Puede parecer una "tontería", pero sólo en España, según el estudio Kids TV Record, los niños pasan 2 horas y 38 minutos viendo la televisión. En otros países del entorno europeo el panorama no dista mucho de estos datos.
Todos los idiomas nacen con un sentido: la comunicación. Utilizada como una herramienta de socialización, despojarla de esta utilidad es el primer error a la hora de implantar cualquier iniciativa educativa. La motivación en el niño, que va acompañada siempre de curiosidad innata, es un componente de suma importancia para aprender cualquier tipo de contenido. Aquello que vea útil y le hayan enseñado a disfrutar (y no a odiar o pensar que no vale para los idiomas mediante exámenes que sólo sirven para relucir sus carencias) será de especial interés para el niño.
El peligro de los programas bilingües es que puede convertirse en un elemento más de desigualdad entre los escolares. Aquellos padres que saben inglés, tienen recursos para apuntar a sus hijos a academias o hacer viajes a países de habla inglesa, e inculcan el valor del aprendizaje para la vida y el gusto por aprender, coinciden con las familias de clase socio-económica y cultural alta y media-alta. Sin embargo, el fracaso de estas iniciativas, como ya lo era el fracaso escolar en otras materias, se refleja mucho más en familias de clase socio-económica y cultural media-baja y baja, ya que no pueden seguir practicando el inglés con sus hijos después de la escuela en el seno familiar, algunas no dan importancia al sistema educativo, no tienen recursos para corregir en horario extraescolar las carencias en el idioma del discente por medio de academias, no tienen estrategias ni concienciación sobre la importancia del inglés, entre otros. Estas variables en las familias son una constante que siempre han estado presente en los sistemas educativos, muy difíciles de solucionar a corto plazo y en un entorno de crisis que está generando más pobreza. En esta tesitura, y viendo que sin el programa bilingüe el fracaso escolar era ya palpable, sería importante reflexionar si es el momento de implantar, o no, un nuevo sistema (para muchos "moda") que puede traer aún más desigualdad de oportunidades en el entorno educativo. Lo primero, por cuestión de sentido común, podría ser arreglar las deficiencias que ya presentaba el sistema educativo, puesto que sus cimientos siempre han estado cuando menos en constate tambaleo, para implantar poco a poco otras iniciativas con garantías de su funcionamiento. Los gastos de inversión en los últimos cinco años en España para la adopción de colegios al programa bilingüe han sido cuantiosos, pero sin embargo es curioso comprobar como la ratio profesor-alumno sigue sin bajar. También por sentido común, parece sensato afirmar que con 12 o 15 alumnos, un profesor puede corregir mejor las carencias de los alumnos que con 25 o 30 alumnos, en los que por imposibilidad se remite a los alumnos a clases de refuerzo. Por otro lado, la falta de formación en inglés entre el profesorado es manifiesta y palpable. Las soluciones de contratar a maestros nativos puede que lleve consigo deficiencias en didáctica y psicopedagogía, que es el nexo de unión entre la comprensión del niño y el contenido a enseñar y los objetivos programados, sencillo a la vista pero que entraña gran dificultad. También cabe preguntarse si después de un ambiente de crisis generalizado en Europa, profesores de un país con un nivel de vida mejor querrán cobrar menos y en unas condiciones peores.
Conviene destacar, a modo de conclusión, que los colegios bilingües pueden convertirse en iniciativas muy provechosas y enriquecedoras para aquellos países que aspiran a mejorar su competitividad en el mercado exterior. Algunos colegios mantienen estrategias muy eficaces para solventar todas, o gran parte, de las variables mencionadas anteriormente, aunque desafortunadamente sean sólo unos pocos.
A continuación el nivel de inglés en Asia y América Latina:
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