"Les han despojado de todos los derechos humanos habidos y por haber. Incluso el derecho a la vida. Y algunos argumentan que vienen a quitarnos el trabajo"
Ousmane es una persona del viejo y olvidado continente africano. Podría vivir en uno de aquellos países en guerra como Uganda, Somalia, República del Congo, Nigeria, Sudán, República Centroafricana, República del Chad o Etiopía. Al no venderse como noticia, usted apenas conoce la situación de sus ciudadanos abandonados a su suerte.
Sus ojos, cansados y pusilánimes, han visto el horror de la guerra, el hambre, la injusticia, la enfermedad, el valor de sus vidas con respecto a un dinero manchado e igual de podrido que quienes lo custodian para su beneficio. Ha vivenciado el asalto de ejércitos corruptos que han disparado indiscriminadamente a miembros de su familia, ha presenciado la violación y las atrocidades realizadas a mujeres de su campamento, ha contemplado el secuestro de su hijo para participar en una guerra de seres inhumanos ("niños soldados" los llaman), ha tenido que ahorrar para comprar aquella caridad que se donó y que en sus países comercializan, se le ha denegado el derecho a la salud y a la educación, y tres largos puntos suspensivos más con los que compadecernos desde nuestra silla.
Ousmane podría estar muerto. Es una posibilidad, como, de la misma manera, podría estar vivo y tener la ilusión infinita de buscar una vida mejor para él y para lo que queda de su familia. Hace tiempo hizo el juramento a un familiar enfermo que él vendría, le salvaría y le llevaría a vivir fuera de ese mundo de muerte. Lo tiene decidido. Se lo dijeron. Existe un lugar en el norte donde puedes ser tratado como una persona. Cualquier cosa es mejor - pensó - iré hasta donde tenga que ir.
Durante un tiempo, o, mejor, una vida, ahorró la miseria que podía obtener en su país. Entre ese sacrificio llovían un sinfín de renuncias. Pero merecería la pena. Llegado el punto, y con el dinero reunido, le quedaba confiar en unos señores que aseguraban conocer la mejor ruta y los mejores accesos hacia el edén. El tráfico de estas mafias es abominable. No obstante, con mochila vieja a la espalda y una despedida de "hasta luego", se embarcó hacia el viaje de su vida.
Después de ser llevado hasta otros puntos del continente, de tener los zapatos mordidos y el corazón hambriento, llegó a los bosques del monte Gurugú (al norte de Marruecos). Allí establecieron un campamento. Y es entonces cuando entra en juego el negocio político con ellos. Si España paga una cuantía que satisfaga a Marruecos, este último evitará que los inmigrantes salten la valla de Melilla que les daría acceso a todos los privilegios del estado español. Podría también haber sido Ceuta, quizás incluso podría haberse embarcado en una patera cargada de sueños, en dudosas condiciones para navegar, y llegar hasta las costas de Cádiz o, por el contrario, terminar la aventura en el fondo del mar o castigado por la hipotermia. Puede que también hubiese podido ir a Italia, pero él decidió enfrentarse a esa valla que le suponía olvidar para siempre el trato inhumano que tanto había padecido. En su cabeza, no se olvidaría de aquellos que aún siguen en su país, el cual jamás nombrará una vez en suelo español para evitar la repatriación.
Podría suceder que el pago español satisfaga tanto a las fuerzas marroquíes que, incluso, no sólo les sometan a palizas sino que quemen sus campamentos y todas sus pertenencias. Llegado ese caso, los días de vida estarían contados. Similar a la vida de un gato o un perro que, abandonado, vaga por las calles hasta que su muerte sólo cause la impresión de ver el cuerpo putrefacto hasta que alguien quiera llevarlo a un contenedor.
El día del salto masivo ha llegado. Son muchos los que quieren intentarlo. Corren. Esquivan a las fuerzas marroquíes algunos de ellos y comienzan a trepar. En su camino las heridas provocadas por las concertinas pone en serio peligro su integridad física. Pero han sufrido heridas peores en el pasado que, para cerrarlas, deben traspasar esa valla. El tiempo se para. El final está muy cerca para Ousmane. Acaba de poner los pies en sueño español y, con un poco de suerte, las organizaciones de derechos humanos mediante sus presiones evitarán una posible "devolución en caliente". Muchos de sus compañeros, a lo largo de la travesía no lo consiguieron. Él reza por ellos y sus familias secándose las lágrimas de los ojos. Ahora queda un largo camino por hacer. En otro lugar, concretamente en las costas de Cádiz, otros inmigrantes llegaron al amanecer y fueron ayudados por muchos ciudadanos que contemplaban la escena. Sin embargo, otros muchos aún predican el racismo y culpan a esa "gente de color" que vengan a aumentar la delincuencia y quitar el trabajo. Gente que ni siquiera ha pensado en esas cuestiones, que sólo tratan de buscar una vida mejor y que conocen de primera mano el lado más horrible y más indolente de la raza humana.
Sólo en el continente europeo se desechan alrededor de 500.000 millones de euros de comida al año. El hambre es un mal que persiste porque la humanidad, y algunos señores de avaricia manifiesta, quieren sin más miramiento que el que tenga que ver con los intereses de los países industrializados.
[Debido a las constantes amenazas por los escritos y la nueva Ley Mordaza, este artículo representa una historia de "ciencia ficción", en el que no se acusa a ningún gobierno de ningún país de ningún trato hacia el inmigrante. Toda coincidencia con la realidad es una mera casualidad. Cada lector que haga su lectura].
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