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domingo, 31 de agosto de 2014

Cataluña y el derecho a decidir - ¿Qué hay detrás del sentimiento patriótico?

cataluña y el derecho a la consulta
Desde tiempos inmemorables, señores de la gama "entendidos", han dividido el vasto territorio de los 5 continentes en lo que conocemos como países. Más tarde, detrás de esas líneas imaginarias e interesadas se creyeron diferentes al resto, con unas costumbres, cultura y, a menudo, con una lengua distinta. Ahora soy español, ahora europeo y mañana quién sabe qué me dirán que soy. Amar a un país inventado (como todos) ,o conjunto de ellos, y justificar su defensa con guerras, políticas discriminatorias y el odio a quienes han sido enseñados con la misma falacia. Todo ello sin inmiscuir a las todopoderosas religiones. El dinero brota entre aquellos que infunden estos sentimientos nacionalistas e instan al "todo por la patria". Aquel que se considere un ciudadano perteneciente a este mundo y no quiera saber de colores ni sentimientos artificiales, es simplemente un bicho raro rebelde, de aquellos bohemios de voz silenciada.

Cataluña y su derecho a decidir como pueblo


"La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española" (Artículo 2 de la Constitución Española).

No es de extrañar que, con el artículo anterior, recogido en la Constitución de 1978, el Tribunal Constitucional haya declarado ilegal una posible soberanía catalana. No obstante deja abierta la posibilidad de una consulta que, como es de esperar, no causaría más efecto que la mera información que proporcione acerca de la voluntad de los ciudadanos catalanes.

Las tensiones entre Cataluña y España han ido tomando unas dimensiones peligrosas con el paso de los años. El grado de autonomía en materia de Educación dentro de esta comunidad autónoma, ha provocado un odio generalizado a España con una visión histórica diferente, con el consecuente adoctrinamiento. El "España nos roba" ha sido un convencimiento en crecimiento durante la última década en el pueblo catalán. Muchos vaticinaban hace muchos años el escenario en el que íbamos a vivir, en un país en el que la división política ha estado muy latente durante toda su historia por la confluencia de pueblos y pensamientos tan divergentes.
Hace pocas semanas, el grave caso de corrupción del político Jordi Pujol, asestaba un duro golpe a los secesionistas al ver cómo el fundador del CDC (Convergencia Democrática de Cataluña) y uno de los personajes catalanes separatistas más relevantes, se diluía con la imputación de malversación de fondos de su propio pueblo catalán por ingentes e insultantes cantidades de dinero en el lecho de paraísos fiscales. Mientras, el presidente de la federación Convergència i Unió y presidente de Convergencia Democrática de Cataluña, Artur Mas, se postula como el líder de la secesión con un programa donde la autoproclamación de la nación catalana "despista" otras cuestiones de índole económica y de solvencia como nuevo país. Cada vez más políticos, sobre todo desde la izquierda, conciben un posible sistema federalista como solución a este problema. Por otro lado, la Unión Europea ya advirtió que la decisión de separarse conllevaría la salida automática como estado miembro y la necesidad de iniciar un proceso de admisión.

Obteniendo la imposibilidad jurídica de ser un nuevo estado independiente, el siguiente paso es la decisión de romper de forma unilateral con España. A corto plazo, las consecuencias para España y Cataluña serían devastadoras económicamente. A largo plazo puede, o no, que la separación dé un crecimiento mucho mayor.
Muchos ciudadanos comprenden la situación catalana, porque de algún modo no es distinta a lo que se padece en el resto de España. La corrupción del poder, los recortes indiscriminados, las políticas en contra de derechos fundamentales, las consecuencias económicas de una crisis larga y austera, la hostilidad ante todo lo político, la incapacidad de "apretarse el cinturón" de los encorbatados, las puertas giratorias, la poca transparencia, los actos de malversación de fondos, prevaricación, el cohecho o el fraude, la falta de crédito para ciudadanos pero sí para grandes empresas, los rescates de bancos y autopistas inutilizadas, la chulería y tomadora de pelo de oradores incompetentes y sin escrúpulos, cuando menos vergüenza, así como una gran ristra de despropósitos políticos que mueren cansados a los pies de ciudadanos engañados. La posibilidad de una España diferente, fuera del bipartidismo, con un futuro distinto, prometedor y soberano, es directamente proporcional al sentimiento que pueda crear una nación nueva con nuevos proyectos e ilusiones.

La consulta catalana con el objetivo de manifestar la voluntad del pueblo es legal desde el propósito de informar. La democracia se basa en las leyes, pero es inconcebible que leyes ya oxidadas e inadaptadas a las necesidades actuales sean superiores al sentido común. La soberanía debe residir en el pueblo, y si éste manifiesta por mayoría una decisión es una auténtica contradicción la maraña jurídica que se oponga, pero, claro está, es "sólo" el sentido común.

Los sentimientos nacen, pasan de generación en generación, en su camino pueden corromperse o utilizarse para el sectarismo, algunos mueren y otros permanecen con viveza sanos y salvos. En cualquier caso los extremos son perjudiciales, en tanto que invitan a desechar otros puntos de vista.

"Y allí estaba un apátrida declarado, dando pan a franceses, ingleses, colombianos, españoles, catalanes, andaluces, gallegos... Todos, simple y llanamente, querían pan"

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