Antes de comenzar el artículo, recurriré a una de las citas que escribí hace tiempo sobre la problemática crisis de pareja:
"Una crisis de pareja es como el desenlace de un cuento, viene precedida de una serie de acontecimientos a sus espaldas que terminan por crear una maraña de nudos. El final puede ser bueno, malo o aplazado hasta nuevo reproche"
"Una crisis de pareja es como el desenlace de un cuento, viene precedida de una serie de acontecimientos a sus espaldas que terminan por crear una maraña de nudos. El final puede ser bueno, malo o aplazado hasta nuevo reproche"
Superar una crisis de pareja requiere tiempo. Y más que tiempo, de una reflexión larga que dé lugar a una solución satisfactoria. Entre las causas que generan una crisis, la más pronunciada es la falta de comunicación y el entendimiento. Tomar decisiones en conjunto es mucho más positivo que intentar llevar la batuta uno mismo, o ser sumiso/a en caso contrario. En este sentido, preguntar es clave. Detrás de la pregunta se busca, obviamente, una opinión, y si a eso le sumamos un consenso crearíamos un ambiente de confianza, seguridad, atención y complicidad. Del mismo modo, entender a otra persona significa empatizar con él/ella, ponernos en su lugar, conocer su situación y comprender el porqué de sus palabras. "Hay que ir más allá del entendimiento de las meras palabras, para entender los motivos de quien las dice". En una discusión es fácil entender de forma literal lo que escuchamos, pero las soluciones a la discusión se triplicarían si se hiciese el esfuerzo de conocer la situación de esa persona. A menudo una situación, por poner un ejemplo, depresiva, puede hacer que un individuo diga determinadas cosas influido por su estado anímico. El contexto es fundamental para entender y empatizar con una persona.
Compartir la vida con un compañero/a no equivale a la renuncia de sueños, deseos, ilusiones o aficiones. Ceder y perder estas pequeñas cosas que nos llenan es otra de las causas más frecuentes para llegar a una crisis, se trata de la compatibilidad. Si algo que nos llena lo perdemos nos encontraremos con un sentimiento de vacío y malestar al tener una vida que no queríamos. En muchas ocasiones hemos escuchado aquello de "los polos opuestos se atraen". Cierto o no, compartir vivencias con otra persona es una experiencia muy grata, más en tanto que esos sueños e ilusiones se convierten en objetivos de futuro comunes. Perder la perspectiva de futuro en una relación y seguir unidos por "inercia" y costumbre es uno de los problemas más comunes y peligrosos, ya que en primera instancia se ha renunciado al ser "tal y como soy y quería ser".
Hay diferentes formas de vivir una misma cosa según la persona, ergo hallar a quien las viva de manera muy similar a la nuestra será lo ideal. Y con esto último podemos hablar de vivir con la misma intensidad el amor, de dar y recibir lo mismo, de ofrecer y obtener atención para sentirnos especiales, de tener metas comunes y querer conseguirlas con la misma intensidad, entre otras muchas. Una desnivelación entre lo que queremos y tenemos es un aspecto que termina por desgastar y arañar poco a poco, discusión a discusión y decepción a decepción, el amor y la pasión, para dejar paso a los confusos sentimientos de necesidad y cariño.
Quizás pueda parecer extraño la siguiente afirmación, pero a la hora de decidir en el amor es mejor pensar de forma egoísta. Matizando un poco, lo idílico no es continuar con alguien por todo lo vivido durante muchos años, por las cosas que ya hay en común, por el cariño que se tienen, por el sentimiento de no verse con otra persona, por el daño que le pueda hacer a él o a ella una separación, más un sinfín de argumentos similares que buscamos para auto-convencernos. Seguir o no reside en el amor, en comprobar si permanece o no, si nos vemos con nuestra pareja en un futuro y de verdad nos hace ilusión desbordada ese futuro, si es a lo que quieres aspirar en tu vida y es el camino para alcanzar la ansiada felicidad, porque esta última será la que dote de sentido tu existencia. Piensa en ti porque indirectamente también estás pensando en él/ella, el tiempo es el bien más preciado que tenemos como para malgastarlo en algo que no lleva a ninguna parte.
Un error muy cotidiano que está presente en la mayoría de las crisis es "el factor situación". La culpa suele dirigirse a estar pasando por una bache pero nos convencemos de que todo será mejor en un tiempo, del estrés que está provocando el trabajo, de una pérdida familiar, de tener ansiedad generalizada... y puede que sea así, ya que la discusión es normal en una pareja y en cierto grado positiva. Lo desconcertante es si ya llevamos un tiempo culpando a las situaciones y nada parece cambiar, quizás el desgaste y la incompatibilidad hayan superado a los sentimientos y, en lo que antes levantábamos la mano y lo dejábamos pasar, hoy ya no lo aguantamos. La infidelidad suele ser una de las causas más fuertes e insuperables de reproche. Genera la pérdida de confianza y la inseguridad si se decide perdonar pero no olvidar.
"Renunciar a lo que te hace sonreír en la vida es la puerta de entrada a todos los males"
Superar una crisis de pareja de manera satisfactoria hace la relación más fuerte. Al hablar de "satisfactoria" encontramos todos los elementos necesarios para el buen funcionamiento de la pareja: la comprensión, las promesas, el perdón, la dedicación futura, el centrarse en los aspectos que los unen y no en los que separan, el olvido de viejos reproches, etc. Si bien es cierto, pueden haber cosas imperdonables en el seno de una pareja, o al menos para uno de ellos. Es una valoración compleja que depende de cada uno, de si merece o no la pena.
La consecuencia de una crisis duradera y sin aparente solución, con su consecuente desgaste y en situación terminal, nos lleva al "efecto huida". En la mayoría de ocasiones, al estar pasando por un largo periodo de crisis en una pareja en el que las soluciones brillan por su ausencia por dejadez de ambos, nos encontramos que en nuestro entorno se hallan personas, las cuales sin ser especiales para nosotros, nos gusta pasar más el tiempo con ellas que con nuestra propia pareja. Nuestra felicidad se ve cumplida al estar con otra persona, con un amigo/a o con un grupo de ellos, síntoma de que algo está a punto de romperse. Estadísticamente, la mayoría de las parejas que rompen es por la entrada de un tercero que cumple las expectativas anheladas de uno de ellos. La infidelidad puede ser una consecuencia, pero jamás una justificación.
Si la decisión es continuar debe ser acompañada de optimismo y de una nueva etapa renovada llena de retos, y sobre todo, de la palabra futuro.
Quisiera terminar el artículo con dos frases del escritor Paulo Coelho:
Evitar los problemas que debes enfrentar es evitar la vida que tienes que vivir. Cuando se trate de algo importante en tu vida, jamás acepte un no como respuesta.
Compartir la vida con un compañero/a no equivale a la renuncia de sueños, deseos, ilusiones o aficiones. Ceder y perder estas pequeñas cosas que nos llenan es otra de las causas más frecuentes para llegar a una crisis, se trata de la compatibilidad. Si algo que nos llena lo perdemos nos encontraremos con un sentimiento de vacío y malestar al tener una vida que no queríamos. En muchas ocasiones hemos escuchado aquello de "los polos opuestos se atraen". Cierto o no, compartir vivencias con otra persona es una experiencia muy grata, más en tanto que esos sueños e ilusiones se convierten en objetivos de futuro comunes. Perder la perspectiva de futuro en una relación y seguir unidos por "inercia" y costumbre es uno de los problemas más comunes y peligrosos, ya que en primera instancia se ha renunciado al ser "tal y como soy y quería ser".
Hay diferentes formas de vivir una misma cosa según la persona, ergo hallar a quien las viva de manera muy similar a la nuestra será lo ideal. Y con esto último podemos hablar de vivir con la misma intensidad el amor, de dar y recibir lo mismo, de ofrecer y obtener atención para sentirnos especiales, de tener metas comunes y querer conseguirlas con la misma intensidad, entre otras muchas. Una desnivelación entre lo que queremos y tenemos es un aspecto que termina por desgastar y arañar poco a poco, discusión a discusión y decepción a decepción, el amor y la pasión, para dejar paso a los confusos sentimientos de necesidad y cariño.
Quizás pueda parecer extraño la siguiente afirmación, pero a la hora de decidir en el amor es mejor pensar de forma egoísta. Matizando un poco, lo idílico no es continuar con alguien por todo lo vivido durante muchos años, por las cosas que ya hay en común, por el cariño que se tienen, por el sentimiento de no verse con otra persona, por el daño que le pueda hacer a él o a ella una separación, más un sinfín de argumentos similares que buscamos para auto-convencernos. Seguir o no reside en el amor, en comprobar si permanece o no, si nos vemos con nuestra pareja en un futuro y de verdad nos hace ilusión desbordada ese futuro, si es a lo que quieres aspirar en tu vida y es el camino para alcanzar la ansiada felicidad, porque esta última será la que dote de sentido tu existencia. Piensa en ti porque indirectamente también estás pensando en él/ella, el tiempo es el bien más preciado que tenemos como para malgastarlo en algo que no lleva a ninguna parte.
Un error muy cotidiano que está presente en la mayoría de las crisis es "el factor situación". La culpa suele dirigirse a estar pasando por una bache pero nos convencemos de que todo será mejor en un tiempo, del estrés que está provocando el trabajo, de una pérdida familiar, de tener ansiedad generalizada... y puede que sea así, ya que la discusión es normal en una pareja y en cierto grado positiva. Lo desconcertante es si ya llevamos un tiempo culpando a las situaciones y nada parece cambiar, quizás el desgaste y la incompatibilidad hayan superado a los sentimientos y, en lo que antes levantábamos la mano y lo dejábamos pasar, hoy ya no lo aguantamos. La infidelidad suele ser una de las causas más fuertes e insuperables de reproche. Genera la pérdida de confianza y la inseguridad si se decide perdonar pero no olvidar.
"Renunciar a lo que te hace sonreír en la vida es la puerta de entrada a todos los males"
Superar una crisis de pareja de manera satisfactoria hace la relación más fuerte. Al hablar de "satisfactoria" encontramos todos los elementos necesarios para el buen funcionamiento de la pareja: la comprensión, las promesas, el perdón, la dedicación futura, el centrarse en los aspectos que los unen y no en los que separan, el olvido de viejos reproches, etc. Si bien es cierto, pueden haber cosas imperdonables en el seno de una pareja, o al menos para uno de ellos. Es una valoración compleja que depende de cada uno, de si merece o no la pena.
La consecuencia de una crisis duradera y sin aparente solución, con su consecuente desgaste y en situación terminal, nos lleva al "efecto huida". En la mayoría de ocasiones, al estar pasando por un largo periodo de crisis en una pareja en el que las soluciones brillan por su ausencia por dejadez de ambos, nos encontramos que en nuestro entorno se hallan personas, las cuales sin ser especiales para nosotros, nos gusta pasar más el tiempo con ellas que con nuestra propia pareja. Nuestra felicidad se ve cumplida al estar con otra persona, con un amigo/a o con un grupo de ellos, síntoma de que algo está a punto de romperse. Estadísticamente, la mayoría de las parejas que rompen es por la entrada de un tercero que cumple las expectativas anheladas de uno de ellos. La infidelidad puede ser una consecuencia, pero jamás una justificación.
Si la decisión es continuar debe ser acompañada de optimismo y de una nueva etapa renovada llena de retos, y sobre todo, de la palabra futuro.
Quisiera terminar el artículo con dos frases del escritor Paulo Coelho:
Evitar los problemas que debes enfrentar es evitar la vida que tienes que vivir. Cuando se trate de algo importante en tu vida, jamás acepte un no como respuesta.
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