Si sus clases son, o han sido, como todo lo que se va a mencionar a continuación, es probable que, como la mayoría de la población mundial, haya estado siempre inmerso en la escuela tradicional.
La manera en la que efectúa su trabajo un médico, un economista, un psicólogo o un criminólogo, por establecer algunos ejemplos, han cambiado mucho a lo largo de los años, ajustándose a los nuevos avances científicos y tecnológicos y adaptándose continuamente a nuevos procedimientos en su campo de estudio. Sin embargo, hoy en día encontramos que la mayoría de maestros/profesores actuales imparten clase como hace siglos se hacía, por lo que un maestro del año 1900 no tendría ningún problema en seguir dando sus clases tal y como lo hacía, situación que no ocurriría, ni de lejos, con un médico.
¿Pero, realmente se han hecho tantos avances en educación para hablar de "escuela tradicional" y "escuela nueva/moderna"?
A continuación detallaremos cómo es una escuela tradicional, donde seguro encontrará muchas aspectos similares con lo que ha experimentado en su trayectoria académica, y, más tarde, veremos qué se entiende por escuela nueva/moderna.
La escuela tradicional. La escuela, todavía, de nuestros días.
Al llegar a clase el alumno se sienta en su pupitre, que suele estar de forma individual o junto al pupitre de un compañero. El maestro o profesor (que no son sinónimos en términos pedagógicos), hace su entrada portando un libro de texto con el cual lleva sus clases. Los alumnos también tienen otro libro para que puedan seguir las clases y no salirse del guión que marca el propio libro. El docente indica la página del libro que "toca" para hoy y comienza a explicar dando una "lección magistral" (así se llama en didáctica cuando el docente simplemente explica el temario). El docente se convierte en el elemento central de este tipo de educación, ya que sabe mucho más que los alumnos y, éstos, deben hacer un esfuerzo por entenderlo y tomar nota de todo lo que dice. El libro de texto es la gran biblia en el aula, dentro de él se encuentran todos los temas con todas las actividades que los alumnos tendrán que realizar. A la hora de responder una pregunta, estudiar o hacer un examen, se otorgará la mejor puntuación a aquel alumno que sea más fiel a lo que pone en el libro, mucho mejor si se memorizan de carrerilla todo tipo de definiciones y contenidos. A la hora de calificar - que no evaluar - el docente hace un examen para determinar qué saben sus alumnos, y será precisamente este examen el que arroje toda la verdad acerca de si el alumno conoce o no conoce los contenidos. La finalidad es la superación del examen y la promoción al siguiente curso. Puede que, por el gran número de alumnos, aparezcan niños con dificultades en el aprendizaje, pero la hoja de ruta que marcan los objetivos del libro de texto para final de curso expone de manera explícita qué contenidos deben tener los alumnos al terminar, por lo que la promoción depende de si alcanzan el nivel exigido, independientemente de sus diferencias, ya que es incomprensible que un alumno que no ha llegado al nivel esté en condiciones de enfrentarse a un curso más avanzado.
¿Se siente identificado con este modelo de escuela? Probablemente todos hayamos visto, y sufrido, este tipo de metodología. Sin embargo, para muchos docentes (y alumnos) que no se replantean otra forma de hacer las cosas, es difícil suponer otro tipo de "modelo". ¿Eso cómo sería? ¿No es este modelo el que siempre ha funcionado? ¿No sería suficiente con reducir el número de alumnos, formar mejor a los profesores, hacer todo bilingüe o informatizar las clases con todo tipo de TICs para motivar al alumno?
Lo "bueno" de este modelo "tradicional" es que cualquiera puede ser docente sin tener estudios en educación.
Descubra a continuación qué es eso de "escuela nueva/moderna".
La escuela nueva/moderna. Una manera de aprender a aprender
Imagínese que entra a un aula totalmente diferente a lo que ya conocía. Las mesas están colocadas en grupos de trabajo y encima de ellas encontramos varias hojas de investigación sobre la "reconquista de España", por ejemplo. El docente hace su entrada en el aula y explica en 5 minutos cómo va a desarrollarse la clase. Comenta que los alumnos, dispuestos en grupos de 5, deberán leer juntos cómo fue la reconquista contada por los españoles y, de la misma forma, cómo fue ese hecho histórico contado por los musulmanes. Deberán hablar entre ellos sobre estas dos informaciones e intentar sacar conclusiones sobre qué han entendido, cómo creen que sucedieron los hechos y qué opinión tienen al respecto entre todos ellos. El docente, mientras, va pasando por cada una de las mesas cada cierto tiempo para ver cómo está distribuyendo el grupo el trabajo de investigación, hace las aclaraciones oportunas, motiva a seguir investigando y debatiendo y resuelve las posibles dificultades que surjan. Los alumnos están aprendiendo a aprender por sí mismos, a descubrir el conocimiento y a dudar de él, siendo críticos con lo que leen y las conclusiones que pueden sacarse. El contraste entre las dos informaciones hacen que tengan inseguridad, ya que ningún libro ni profesor les dice la "verdad absoluta", serán ellos quienes tengan que formarla con argumentos que nazcan de ellos mismos. La distribución en grupos de trabajo les hace tener en cuenta otros puntos de vista, respetar opiniones diferentes y tratar de explicar con argumentos sólidos qué piensan sobre el tema al resto del grupo. Una vez que termina la actividad se da paso a un debate entre todos los grupos en el que media el docente, el cual plantea diversas cuestiones acerca de la temática. Los alumnos aprenden a hablar en público y potenciar sus competencias orales. Al término de la sesión, el profesor evalúa su propio ejercicio docente y pide que los alumnos den su opinión acerca de la actividad y si han tenido dificultades, en aras de seguir mejorando la enseñanza-aprendizaje. De deberes, los alumnos podrán seguir buscando este hecho histórico, de forma grupal o individual, todas las cuestiones que el docente haya planteado, por medio de Internet. Para este proceso, previamente el docente habrá detallado una serie de páginas donde los alumnos pueden consultar información. Se pretende, por tanto, que el alumno busque, contraste la información, la sintetice, recalque lo más importante, lo exprese con sus palabras y opine sobre lo que ha encontrado. A través de estos trabajos individuales y grupales podrá confeccionar el docente un portafolio con el cual evaluar el progreso del alumno. Las argumentaciones y opiniones suponen un nivel de conocimiento mucho mayor que el simple aprendizaje o memorización de un tema, ya que el alumno se convierte en experto de lo que aprende y se muestra de acuerdo o en desacuerdo en base a todo lo que ha descubierto. Es, por ende, un procedimiento que ya ha demostrado ser más eficaz que el examen. Puede sonar extremadamente raro, pero también sonó rara la premisa de "no suspender" de la Escuela Barbiana (1954-1967) de Lorenzo Milani, donde los resultados fueron tan positivos que son dignos de que se tomen en cuenta.
Como puede contemplarse, este modelo de escuela implica una elaboración didáctica mucho más profunda que la escuela tradicional, donde simplemente vale con seguir todo lo que dice el libro de texto. En este modelo de escuela los alumnos investigan y descubren el conocimiento, son ellos los agentes activos de su propio aprendizaje y tienen la posibilidad de seguir descubriendo tanto como quieran. Son también acostumbrados a pensar continuamente, a decir su opinión y a no dejarse absorber por cualquier información sin antes contrastarla. En este sentido, importa también el lado "personal" del alumno y el cómo va a enfrentar su vida después de la escuela, además del puramente formativo. Las investigaciones científicas en las últimas décadas se encaminan en este sentido, ya que conocemos la existencia de varias inteligencias y, sobre todo, de la inteligencia emocional. El cómo un alumno capaz de auto-motivarse, de plantearse unas metas, de gestionar sus emociones y ser "saludable" en el ámbito emocional, le puede catapultar al éxito y saber explotar las competencias que tiene. Este tipo de escuela tiene en cuenta las diferencias existentes entre los alumnos que hay en el aula, por lo que las unidades didácticas y sus actividades se enfocan a que todos puedan desarrollar sus facultades en la medida que puedan. El docente está obligado moralmente como profesional de la enseñanza a facilitar una enseñanza donde no se descuelguen alumnos con discapacidad sensorial, psíquica o motora, o simplemente con otro tipo de diferencias, donde al fin y al cabo se haga realidad la educación inclusiva. El libro de texto, por el contrario, no ofrece esta posibilidad en sus actividades, ya que no conoce quiénes y cómo son los alumnos específicos de un aula en concreto.
La posición del docente en hacer este tipo de escuela es fundamental. Supone mucho más trabajo y, en la mayoría de ocasiones, se cae en el acomodamiento de no hacer crítica y mejorar en técnicas pedagógicas el propio ejercicio docente.
El libro de texto en sí no es un elemento negativo en la enseñanza, todo lo contrario, pero hacer que sea el eje vertebrador puede desenfocar realmente los objetivos que busca la escuela, que no es otro que aprender (y no memorizar sin crítica ni opinión).
Las posibilidades aumentan incluso si hablamos de idiomas (1), ya que las lenguas tienen un sentido social de comunicación. Despojarlas de su uso comunicativo continuo para relegarlas a la escucha del docente durante toda la clase, realización de ejercicios mecánicos y el apunte de un sinfín de gramática, hace que pierda el valor real de para qué aprender un idioma, y más si entramos en la motivación propia de un niño. Muchas academias punteras en innovación pedagógica lingüística ya han advertido del erróneo aprendizaje que hacen los alumnos en las escuelas sobre los idiomas, en los cuales muchos de ellos los acaban odiando y pensando que nunca podrán dominarlos, en tanto que se les exige la perfección escrita y oral desde el primer momento.
Por último, y aunque parezca mentira, este tipo de corriente de pensamiento en cuanto a modelo educativo no es, ni mucho menos, actual. Personajes como Pestalozzi, Rousseau (S.XVIII), Dewey, Montessori, Decroly (S.XIX y XX), Piaget o Freinet (S.XX), entre muchos otros, ya establecieron elementos que recogería la Escuela Nueva y muchas iniciativas de escuelas que, por desgracia, no han servido para abrir los ojos en el campo educativo hacia la calidad en la enseñanza-aprendizaje.
¿Es posible otro tipo de escuela que la tradicional? ¿Estamos atrapados en ella de forma premeditada para no tener personas críticas y reflexivas que sean capaces de pensar? ¿Es el sistema educativo responsable de la manipulación de masas posterior?
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