Cientos de juegos surcaban los parques recreativos de todo el mundo hace unos años, a manos de niños que hablaban entre ellos, se explicaban las reglas dentro de un diálogo y, con la creatividad infinita que les caracteriza, podían inventar otros juegos para mantener el disfrute en lo que les quedaba de tarde. Eran tiempos en los que el césped podía ser un campo de batalla, los columpios un increíble castillo y una caña la espada mágica del caballero que liberaría a la princesa. Juegos que hoy se ven relegados a una pantalla, fuera de toda creación espontánea natural.
La era tecnológica nos sitúa en una época con grandes revoluciones en todos los ámbitos, lo que supone un incremento notable en el bienestar de la población. Sin embargo, ha sido demostrado por numerosos estudios que la utilización abusiva de la tecnología puede afectar a la salud en diversos aspectos. Una mayor tendencia a la depresión, desarrollo de la hipocondría digital (cibercondria), dolores de espalda y de cuello, adicción enfermiza y dependencia, fatiga visual, suplantación virtual de la personalidad, baja autoestima, pérdida de objetivos personales, ansiedad, entre otros muchos, son algunas de las problemáticas que pueden desarrollarse con el exceso uso de las tecnologías. Esta exposición excesiva y contraproducente tiene mayor riesgo en menores, quienes se encuentran inmersos en la consolidación de su personalidad y, con ella, los valores y principios que les acompañarán toda su vida. La etapa de la adolescencia es especialmente significativa para una correcta socialización y formación de la autoimagen y personalidad.
En la actualidad resulta llamativo, y no menos extraño, aquellas personas que no hagan uso y estén totalmente inmersos en programas de mensajería de su teléfono móvil, aquellas que no tienen Facebook y no se han dejado ver en fotos, así como sus opiniones en otras redes sociales como Twitter.
Hace unas semanas comentábamos el sentimiento de pertenencia al grupo y los estereotipos, donde inconscientemente, y de forma natural, adoptamos maneras de conducta y las normas del grupo concreto en el que queremos encajar (información aquí). Este hecho trasciende también a la vida virtual, en la cual llega a haber una obsesión por tener más "amigos" o "seguidores", seguir modas como la realización de "selfies", mostrar al mundo aquellos aspectos positivos de tu vida, también llamado "postureo", en el que en muchos casos la exageración o invención denota problemas personales y sociales. La edad media, en los hogares españoles, en la que se empieza a utilizar el teléfono móvil o tablets para comunicación y/o juegos se sitúa en edades cada vez más tempranas, llegando a estar entre los 8 y los 12 años.
¿Pueden contrarrestarse los efectos negativos del abuso de la tecnología con la educación?
Dentro de los hogares de todo el mundo se ha producido un aumento muy significativo en el equipamiento TIC y, por ende, un incremento en el acceso a Internet por parte de los jóvenes. El tiempo de ocio es frecuentemente destinado al uso de ordenador, tablet o dispositivo móvil, produciéndose un efecto a largo plazo en la manera de socializarse y en el cumplimiento de las expectativas personales sobre la propia imagen.
La forma de aprender autodidacta es una de las mejores maneras de adquirir conocimiento. A través de la red los estudiantes pueden investigar el conocimiento, acotarlo, contrastarlo, resumirlo y exponer conclusiones. Internet, por tanto, no es un enemigo sino una herramienta muy potente para sumergir nuestra curiosidad. Incluso las horas que se destinan a la comunicación en este medio son positivas, originándose el problema siempre en el exceso. Varios estudios también demostraron las repercusiones positivas que tienen los videojuegos sobre la memoria, la toma de decisiones, las habilidades motoras y el desarrollo en la orientación espacial (estudios como el de Molecular Psychiatry que pueden ver en inglés haciendo clic aquí).
El uso responsable de la tecnología, sobre todo en un menor, debe estar enfocado hacia la evitación de la aparición de conductas adictivas, acceso a páginas webs inapropiadas, exceso de horas que agravan el aislamiento social y la deshumanización de las relaciones. Algunas de las muchas recomendaciones:
- Incentivar otro tipo de actividades dentro del hogar (salidas y lectura familiar, fomento del diálogo, juegos en familia).
- Incorporación de horarios de uso y acceso a cualquier medio tecnológico, separando franjas horarias de ocio y estudio. Todo ello sin llegar a establecer una relación negativa entre el ordenador y el juego.
- Supervisión paterna en aquellos lugares a los que el menor puede acceder desde los distintos dispositivos, utilizando programas que bloqueen páginas inadecuadas. En la página Segu-Kids existe un gran número de programas gratuitos para establecer, sin llegar a ser totalitarios, las restricciones que consideremos oportunas (en enlace haciendo clic aquí).
- Negociación y argumentación sobre las medidas que se adopten entre los miembros de la familia, así como el compromiso de realizarlas.
- La más evidente, y por ello a veces más olvidada, la comunicación positiva en la que interactúen y tengan cabida las opiniones de todos los miembros.
La incorporación de las nuevas tecnologías ayuda a mantenernos localizados en cualquier instante, así como a obtener la información que necesitemos con un sólo clic. En el campo de la enseñanza, las mejoras tecnológicas nos permiten conseguir una mejor distribución de los conocimientos, aumentando su alcance al poder obtener distintos recursos que se adapten a las necesidades que puedan presentar tanto alumnos como profesores.
A menudo, vivir en dos mundos puede significar no disfrutar de ninguno de ellos.
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